viernes, 8 de febrero de 2008

El Saqueo de Constantinopla

Los primeros intentos de conquistar Constantinopla no tuvieron fruto, pero el 17 de julio los venecianos lograron abrir una brecha en las murallas. Creyendo inminente la caída de la ciudad, el emperador Alejo III decidió huir, llevándose consigo a su hija favorita y una bolsa llena de piedras preciosas, y refugiarse en la ciudad tracia de Mosynópolis. Los dignatarios imperiales, para resolver la situación, sacaron de la cárcel al depuesto emperador Isaac II Ángelo y a su hijo Alejo, y lo restauraron en el trono. Tras unos días de negociaciones, llegaron a un acuerdo con los cruzados por el cual Isaac y Alejo serían nombrados co-emperadores. Alejo IV fue coronado el 1 de agosto de 1203 en la iglesia de Santa Sofía.

Para intentar cumplir las promesas que había hecho a venecianos y cruzados, Alejo se vio obligado a establecer nuevos impuestos. Se había comprometido también a conseguir que el clero ortodoxo aceptase la supremacía de Roma y adoptase el rito latino, pero se encontró con una obstinada resistencia. Confiscó algunos objetos eclesiásticos de plata para pagar a los venecianos, pero no era suficiente. Durante el resto del año 1203, la situación fue volviéndose más y más tensa: por un lado, los cruzados estaban impacientes por ver cumplidas las promesas de Alejo; por otro, sus súbditos estaban cada vez más descontentos con el nuevo emperador. A esto se unían los frecuentes enfrentamientos callejeros entre cruzados y bizantinos.

El yerno de Alejo III, también llamado Alejo, se convirtió en el líder de los descontentos, y organizó, en enero de 1204, un tumulto que no tuvo consecuencias. En febrero, los cruzados dieron un ultimátum a Alejo IV, quien se confesó impotente para cumplir sus promesas. Estalló una sublevación que, tras algunas vicisitudes, entronizó a Alejo V Ducas. Alejo IV fue estrangulado en una mazmorra, y su padre Isaac II murió poco después en prisión.

En marzo, los cruzados deliberaron sobre lo que convenía hacer. Decididos a recuperar la ciudad por la fuerza y a colocar en el trono a un emperador latino, no lograban sin embargo ponerse de acuerdo acerca de quién sería el mejor candidato de entre ellos a ocupar el trono imperial. Bonifacio, el jefe de la expedición, no estaba bien visto por los venecianos. Finalmente se decidió que se formaría un comité electoral, compuesto de seis delegados francos y seis venecianos, que elegiría al emperador.

Atacaron por primera vez la ciudad el 6 de abril de 1204, pero fueron rechazados con un gran número de bajas. Seis días después reiniciaron el ataque. Los cruzados consiguieron abrir una brecha en la muralla en el barrio de Blanquerna. Al mismo tiempo, se produjo un incendio en la ciudad, y la defensa bizantina se desmorronó. Los cruzados y los venecianos entraron en la ciudad. Alejo V huyó a Mosynópolis, donde un año antes se había refugiado su suegro, Alejo III. Los nobles ofrecieron la corona a Teodoro Láscaris, yerno también de Alejo III, pero éste la rechazó y huyó a Asia con su familia, el patriarca de Constantinopla y varios miembros de la nobleza bizantina. Se estableció en Nicea, donde fundó el Imperio de Nicea, depositario de la legitimidad bizantina.

La ciudad fue saqueada durante varios días. Los cronistas se hacen eco de las atrocidades perpetradas por los conquistadores. Del saqueo no se libraron las iglesias ni los monasterios, y en la misma Santa Sofía fueron destruidos el iconostasio de plata y varios libros y objetos de culto.

Finalmente, se restableció el orden y se procedió a un reparto ordenado del botín según lo que se había pactado previamente: tres octavas partes para los cruzados, otras tres octavas para los venecianos, y un cuarto para el futuro emperador. A pesar de las pretensiones de Bonifacio de Montferrato, el comité eligió emperador a Balduino IX de Flandes, primer monarca del Imperio Latino.


El Imperio Latino reclamó todas las tierras controladas por el Imperio Bizantino en el momento en que Constantinopla fue conquistada y crearon los Estados Cruzados: El Reino de Tesalónica, el Principado de Acaia y el Ducado de Atenas. Sin embargo, la mayoría del territorio permaneció en manos de estados rivales dirigidos por aristócratas del antiguo imperio, como el Despotado de Epiro, el Imperio de Nicea y el Imperio de Trebisonda. El Imperio Latino finalizó el 25 de julio de 1261 cuando Miguel VIII Paleólogo, Emperador de Nicea, reconquistó Constantinopla, derrocando al último emperador latino Balduino II.

lunes, 7 de enero de 2008

Los vampiros en la mitología egipcia


Había una época en el Egipto antiguo en donde los seres humanos entraron en una conspiración para derrocar a los dioses. Blasphemed contra Ra, rey de dioses y de los hombres, y los magos buscaban la manera de derrotar a los dioses, usando sus fuerzas los dioses habían dado a los hombres objetos y tierras para que prosperaran.
Ra, al oír hablar de las intenciones de los humanos, se reunió con el resto de los
dioses, y ellos aconsejaron que llamara a Sekhmet, la fuerza contra la cual ninguna otra fuerza sirve, para que se manifestara en la tierra y calmara la rebelión.
Sekhmet se manifestaría y castigaría todos los que habían sostenido la rebelión contra los dioses.
Luego Sekhmet camino entre hombres y los destruyó y bebió su sangre.
Una noche después de que Sekhmet había bebido la sangre y rasgado los cuerpos de los humanos, los dioses decidieron que la matanza había sido suficiente y que debía parar, pero los dioses no encontraban manera de parar la matanza, ya que Sekhmet había bebido toda la sangre de los revolucionarios.
Mientras que continuó la carnicería, los dioses reconocieron que Sekhmet, y su rabia por la intoxicación hacia aun peor la matanza, y sabían que no pararía hasta que la vida humana se extinguiera. Entonces Ra que había traído ciertas plantas colosales de la familia de la Solanaceae y que de ella se pueden elaborar drogas muy potentes para alterar la mente. Esa planta, y posiblemente también opio o cáñamo, fueron enviados al dios Sekti en Heliopolis.
Sekti agregó estas drogas a una mezcla de cerveza y sangre humana, y cuando siete mil grandes jarros de la sustancia habían sido hechos. Los tarros fueron llevados a un lugar adonde Sekhmet pasaría y se vertió sobre la tierra, inundando los campos. Y cuando Sekhmet vino a estos campos y percibió lo que ella pensó que era sangre, ella se regocijo y bebió todo el líquido. Entonces " su corazón fue llenado de alegría, " su mente fue cambiada, y ella no pensó más en destruir.
Después de eso, Ra trató a Sekhmet como si las matanzas no lo hubieran molestado, elogiando la belleza y el encanto de la diosa.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Los Tercios

Un tercio era una unidad militar del Ejército español durante la época de la Casa de Austria. Los tercios fueron famosos por su resistencia en el campo de batalla, formando la élite de las unidades militares disponibles para los reyes de España de la época. Los tercios fueron la pieza esencial del ejército que en 1525 capturó a Francisco I de Francia en la Batalla de Pavía.

Aunque fueron oficialmente creados por Carlos I de España tras la reforma del ejército de 1534, como guarnición de las posesiones españolas en Italia y para operaciones expedicionarias en el Mediterráneo, sus orígenes se remontan probablemente a las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia. Los tres primeros tercios, creados a partir de las tropas estacionadas en Italia, fueron el Tercio Viejo de Sicilia, el Tercio Viejo de Nápoles y el Tercio Viejo de Lombardía. Poco después se crearon el Tercio Viejo de Cerdeña y el Tercio de Galeras (que fue la primera unidad de infantería de marina de la Historia). Todos los Tercios posteriores se conocerían como Tercios nuevos. A diferencia del sistema de levas o mercenarios, reclutados para una guerra en concreto, típica de la Edad Media, los Tercios se formaron de soldados profesionales y voluntarios que estaban en filas de forma permanente.


Estaban inspirados en la Legión romana, por lo que algunos historiadores creen que pudieron ser bautizados así debido a la tercia, la legión romana que operaba en Hispania. El origen del término “tercio” resulta dudoso. Algunos piensan que fue porque, en su origen, cada tercio representaba una tercera parte de los efectivos totales destinados en Italia. Otros sostienen a que se debían incluir a tres tipos de combatientes (piqueros, arcabuceros y mosqueteros). Y también hay quienes consideran que el nombre proviene de los tres mil hombres, divididos en doce compañías, que constituían su primitiva dotación. Esta última explicación parece la más acertada, ya que es la que recoge el maestre de campo Sancho Londoño en un informe dirigido al duque de Alba a principios del siglo XVI.


La organización de los Tercios varió muchísimo durante su existencia (1534-1704). La estructura original, propia de los Tercios de Italia, dividía cada tercio en 10 capitanías o compañías, 8 de piqueros y 2 de arcabuceros, de 300 hombres cada una. Posteriormente, los Tercios de Flandes adoptaron una estructura de 12 compañías, 10 de piqueros y 2 de arcabuceros, cada una de ellas formada por 250 hombres. Cada grupo de 4 compañías se llamaba coronelía. El estado mayor de un tercio de Flandes tenía como oficiales principales a los coroneles (uno por cada coronelía), un Maestre de Campo (jefe supremo del tercio nombrado directamente por la autoridad real) y un Sargento Mayor, o segundo al mando del Maestre de Campo.


La Batalla de Rocroi, el 19 de mayo de 1643, marcó un antes y un después en la legendaria historia de los tercios españoles.

Fue una auténtica derrota moral, en mitad de la Guerra de los Treinta Años, que sumió en el desconcierto y el desánimo a los soldados, hasta el punto de impactar en todo el continente deshaciendo el mito de que los Tercios españoles eran invencibles.

Aunque Felipe V disolvió el Tercio en su reforma de 1704, este nombre se conserva aún hoy día en unidades tipo regimiento de la legión y de la infantería de marina españolas, heredera esta última de los viejos tercios de mar. Con la llegada de los Borbones se impuso el modelo francés de ejército, que se desarrolló durante el siglo XVIII. Oxidados y acabados, los Tercios fueron suprimidos. Felipe V los sustituyó por regimientos al mando de coroneles, según los modernos modelos francés, prusiano y austriaco, aunque la vieja cruz de San Andrés ondea aún como insignia de la mayoría de las unidades de infanteria española.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Mitología egipcia


Mitología egipcia

La mitología egipcia es el nombre del conjunto de creencias sustentadas por los pobladores del antiguo Egipto, anteriores a la llegada del cristianismo. Sus prácticas fueron prohibidas en tiempos de Justiniano I, en el año 535.

El lapso de su desarrollo es de unos 3000 años, variando estas creencias a través del tiempo, por lo tanto, un artículo o incluso un libro, no puede hacer más que resumir la multitud de entidades y temas de este sistema complejo de creencias. La iconografía egipcia es muy diferente de la griega o romana: en la mitología egipcia la mayoría de las deidades se representan con cuerpo humano y cabeza de animal.

Las ideas religiosas de los antiguos egipcios tienen dos fases:

  • Durante la época predinástica, divinizaron aquellos fenómenos naturales que les desconcertaban, o infundían temor, de los que no conocían la razón de su proceder; asociaron estas divinidades con las características de ciertos animales, y los representaron con forma humana aunque conservando rasgos zoomorfos: el halcón en el dios Horus, "el elevado", dios del cielo, el perro egipcio, o chacal del desierto, "el guardián de las necrópolis", se convierte en un dios protector, Anubis, el cocodrilo del Nilo, un peligro constante en un dios temido, venerado en la región de El-Fayum, etc. Además les atribuyeron conceptos humanos, como la relación familiar, por lo que se formaron tríadas compuestas por un dios, su esposa y su hijo, y también pasiones humanas por lo que se les rendía culto dando ofrendas en los templos a cambio de favores solicitados, o recibidos.
  • A pesar de la agrupación de los pueblos egipcios en las "Dos Tierras": el Alto y Bajo Egipto, cada uno de los nomos (provincias) mantuvo sus deidades protectoras, lo que significaba la veneración a decenas de dioses, que adquirían mayor o menor relevancia según la que tuviese cada ciudad: Heliópolis adoraba a Ra, Tebas a Amón, Menfis a Ptah y Hator, etc.

Los sacerdotes de los templos principales comenzaron a organizar esta multitud de dioses y a explicar sus relaciones, la creación del mundo, las crecidas del Nilo, etc., ideando y sistematizando las creencias en las denominadas teología Heliopolitana, Tebana, etc., reflejadas en los Textos de las Pirámides, el Libro de los Muertos, a los que siguió la redacción de otros similares.

Su visión está basada en su propio país, tierra fértil junto a un río y con un desierto alrededor. Por lo tanto el mundo para ellos se dividía en tres regiones:

  • El cielo, morada de los dioses, cuya diosa celeste Nut, "La grande que parió a los dioses", era representada como una mujer con el cuerpo arqueado cubriendo toda la tierra.
  • La tierra, morada de los hombres, la Casa de Geb, el dios creador, representado como un hombre tumbado bajo Nut.
  • El inframundo, o Duat, el reino de los muertos, donde reinaba Horus, espacio recorrido en su barca solar por Ra, durante la noche, y por donde transitaban los espíritus de los difuntos sorteando los peligros del Más Allá.

Los dioses

Las principales divinidades estaban organizadas en cinco grupos diferentes:

  • La Enéada de Heliópolis “Las almas de Thot”: Atum, Shu, Tefnut, Nut, Geb, Isis, Osiris, Neftis y Seth; cuyo dios principal es Atum.
  • La Ogdóada de Hermópolis: Num, Nunet, Heh, Hehet, Kek, Keket, Amón y Amonet; de donde surgió el dios Ra.
  • La tríada de Elefantina: Jnum-Satis-Anuket (donde Jnum es el dios primordial).
  • La tríada de Tebas: Amón-Mut-Jonsu (donde el dios principal es Amón).
  • La tríada de Menfis: Ptah-Sejmet-Nefertum (es inusual el hecho de que los dioses no estaban relacionados antes de que ésta fuera formalizada, donde Ptah era el dios principal).

Ptah


Mientras los líderes de los diversos grupos ganaban y perdían influencia, las creencias dominantes se transformaban, combinaban y sincretizaban. Ra y Atum se convirtieron en Atum-Ra, con las características de Ra como dominantes, y posteriormente Ra fue asimilado a su vez por Horus, como Ra-Horajti. Después de que Ptah se convirtiera en Ptah-Seker, fue asimilado por Osiris, convirtiéndose en Ptah-Seker-Osiris.

Con las diosas sucedió lo mismo: Hathor asimiló inicialmente las características de otras diosas, pero en última instancia fue asimilada con Isis. Los dioses maléficos fueron amalgamados de la misma forma, como Seth, quien originalmente era un héroe, asimiló todos las características de los dioses malvados, al cual condenaron posteriormente por haber sido elegido como dios protector de los gobernantes hicsos.

Durante la época de influencia helénica sobre Egipto, lo que perduró con más vigor fue la triada: Osiris, Isis, y Horus; y su enemigo Seth, tal como se ejemplifica en la "Leyenda de Osiris e Isis". La triada había asimilado muchos de los cultos y deidades anteriores, y cada dios era adorado en su preferente lugar de veneración: Osiris en Abidos, Isis en Dendera, y Horus en Edfu. Incluso en esta etapa, continuaba la fusión, con Osiris como un aspecto de Horus (y viceversa), dirigiéndose paulatinamente hacia el monoteísmo. Sin embargo, el monoteísmo, o henoteísmo, había surgido con anterioridad, fugazmente, en el siglo XIV aC, cuando Ajenatón había intentado priorizar el culto de Atón, en la forma de disco solar, aunque fue violentamente rechazado posteriormente por el clero y el pueblo egipcio.

Según el Canon Real de Turín, varios dioses gobernaron Egipto: Ptah, Ra, Shu, Geb, Osiris, Seth, Thot, Maat y Horus; cada cual durante inmensos periodos de tiempo, después reinaron los Shemsu Hor durante 13.420 años, antes de surgir la primera dinastía de faraones. Así, los predecesores de Menes ocuparon el trono egipcio durante 36.620 años.


Vida después de la muerte

La creencia inicial en la inmortalidad de dioses y faraones, posteriormente extendida al resto de los egipcios, significó que se practicara el embalsamamiento y la momificación, para poder preservar la integridad del individuo en la vida futura, según los textos de la mitología egipcia.

El espíritu humano

Los antiguos egipcios consideraban que el espíritu humano estaba conformado por el Ba, el Ka y el Aj.

Los egipcios creían que el espíritu de los difuntos era conducido por Anubis hacia el lugar del juicio, en la "sala de las dos verdades", y el corazón del muerto, que era el símbolo de la moralidad del difunto, se pesaba, en una balanza, contra una pluma que representaba el Maat, el concepto de verdad, armonía y orden universal. Si el resultado era favorable, el difunto es llevado ante Osiris en Aaru, sin embargo, Ammit, "el devorador de corazones", que se representaba como un ser mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo, destruía aquellos corazones cuya sentencia resultaba negativa, impidiendo su inmortalidad.

Las palabras justas

El Libro de los Muertos era una serie de 190 fórmulas mágicas, adaptadas a las circunstancias particulares de cada individuo, las cuales eran depositadas junto al difunto, o grabadas en los muros de la tumba para facilitar su viaje por la Duat; también contenía las palabras adecuadas a utilizar en su juicio: las palabras justas. Uno de los mejores ejemplos del Libro de los Muertos es el Papiro de Ani, creado alrededor de 1240 aC, que además de textos contiene muchas imágenes de Ani y de su esposa en su viaje a través del mundo de los muertos.

El período monoteísta

Ajenatón y su familia venerando a Atón, en Amarna

Un intervalo corto del monoteísmo (Atonismo) ocurrió bajo el reinado de Ajen

atón (Akhenatón), enfocado en la deidad egipcia del sol, Atón. Ajenatón prohibió la adoración de cualquier otro dios y construyó una nueva capital (Amarna) alrededor del templo para Atón.

El cambio religioso perduró solamente hasta la muerte de Tutankamón, el hijo de Ajenatón y de una esposa de menor importancia. Por ser este cambio muy impopular fue rápidamente proscrito. De hecho, el borrado de los nombres de Ajenatón y de Tutanjatón de los muros y de las listas reales se relaciona con este radical cambio religioso.

Después de la caída del faraón de Amarna, el panteón egipcio original perduró como la fe dominante, hasta la imposición del cristianismo copto y, posteriormente, del Islam, aunque los egipcios continuaron teniendo relaciones con otras culturas monoteístas, como los hebreos. Asombrosamente, el pueblo egipcio apenas opuso resistencia a la difusión del cristianismo, explicado en ocasiones afirmando que Jesús originalmente era un sincretismo vinculado principalmente a Horus, con Isis representando a la Virgen María.

Henoteísmo

Algunos egiptólogos consideran este culto como henoteísmo; otros eruditos, particularmente aquellos con un prejuicio religioso judeocristiano, opinan que es incorrecto ver este período como monoteísta, e indican que los egipcios no adoraba a Atón sino a la familia real, como parte del panteón de los dioses, quienes recibieron su energía divina de Atón. Una explicación alternativa reciente, de Ahmed Osman, resultado de la interpretación de elementos referentes a historia bíblica y egipcia, propone que Moisés y Akjenatón eran la misma persona.

Influencias externas

Egipto mantuvo relaciones con regiones de Libia, Nubia y el Mediterráneo en diversos períodos. También fue influenciado por los gobernantes griegos ptolemaicos, que reinaron en Egipto durante 300 años. Egipto fue incorporado en el Imperio Romano, y gobernado inicialmente por Roma y posteriormente desde Constantinopla, hasta la conquista árabe.

Periodo libio: dinastía XXII a dinastía XXV

Egipto tuvo durante mucho tiempo lazos con Libia. Después de la muerte de Ramsés XI, el sumo sacerdote de Amón Herihor tomo el control de Egipto hasta que fueron reemplazados (sin signos de lucha evidente) por los reyes libios de la dinastía XXII. El primer rey de la nueva dinastía, Sheshonq I, sirvió como general bajo los mandatarios de la dinastía XXI. Se sabe que él designó a su propio hijo para ser el sumo sacerdote de Amón, una ocupación que previamente era un cargo hereditario. Los escasos escritos de este período sugieren que fue un evento sin resolver.

Periodo Ptolemaico (304 a 30 aC)

Comenzó con Ptolomeo I Sóter y término con Cleopatra VII. Ptolomeo I Sóter (‘salvador’) fundó la dinastía Ptolemaica, la cual gobernaría Egipto unos 300 años. Todos los gobernantes masculinos de la dinastía tomaron el nombre Ptolomeo. Varios reyes ptolemaicos adoptaron la costumbre egipcia de desposarse con sus hermanas, y muchos gobernaron conjuntamente con sus esposas, quienes también eran parte de la casa real. Esta costumbre hizo que las políticas ptolemaicas fueran confusamente incestuosas, y los Ptolomeos posteriores fueran cada vez más débiles. El último de los Ptolomeos, la famosa Cleopatra, fue una de las pocas que gobernó por sí sola.

Periodo Romano (30 aC a 639 dC)

Egipto fue incorporado al Imperio Romano y gobernado, primero, desde Roma y posteriormente desde Constantinopla (hasta la conquista árabe). El acontecimiento más revolucionario de la historia del Egipto Romano fue la introducción del cristianismo en el siglo II. Al principio fue perseguido vigorosamente por las autoridades romanas, que temieron la discordia religiosa más que cualquier otra cosa, en un país donde la religión había sido siempre suprema. Pero rápidamente ganó adherentes entre los judíos de Alejandría. De estos, pasó rápidamente hacia los griegos, y posteriormente a los egipcios nativos, quienes encontraron satisfactorias sus promesas de salvación personal y sus enseñanzas sobre igualdad social.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Incendio en el Real Alcázar de Madrid

El Real Alcázar de Madrid, destruido en un incendio ocurrido en 1.734, fue residencia de los monarcas españoles desde Carlos I a Felipe V. Dentro, acosados por el humo, se hallaban más de 2.000 lienzos que formaban la mejor colección de pinturas del mundo, acopiada tesoneramente desde tiempos de Isabel I de Castilla y legada a sus herederos. Tiziano, Tintoretto, Ribera, Durero, Leonardo, Brue-ghel... habían incrementado el patrimonio regio a partir del reinado de Felipe II y su hijo. De la etapa de Felipe IV, el más refinado de los monarcas, procedían numerosas obras de Diego Velázquez y Pedro Pablo Rubens, algunos de cuyos magníficos lienzos, como un retrato ecuestre del rey, realizado por el pintor-embajador flamenco, y La expulsión de los moriscos, además de otros de trasunto mitológico, como Apolo, Adonis y Venus, del genial sevillano ambos, fueron devorados por las llamas. Hasta 500 lienzos desaparecieron para siempre, pero 1.038 obras de arte fueron salvadas del incendio. No se dejó al pueblo de Madrid participar en la extinción del incendio, "por temor al saco". Miles de ornamentos religiosos, ropajes, reliquias, incluso una flor de lys que la leyenda hacía descender del cielo, se consumieron bajo las llamas.

Nochebuena, viernes 24 de diciembre de 1734, las doce y cuarto, los centinelas que estaban en el lienzo de la Priora, que cae a Poniente, avisaron que había. En Palacio todos estaban durmiendo y aunque las campanas tocaban a fuego, se pensaban que eran maitines y Misa del Gallo.

Los Religiosos de San Gil pasaron a Palacio y lo primero que hicieron fue despertar a los dormidos y sacar a las familias y a la marquesa de Fuentehermoso. Enviaron a llamar al cerrajero Flores, que trajo algunas llaves, con lo cual fueron a la Capilla y rompiendo la puerta del Sagrario, sacó un religioso el Copón y los seglares unos candelabros y dos blandones de plata. Se Llevo el Santísimo al Cuartel de los soldados y aunque los religiosos querían liberar el Relicario que estaba debajo de la capilla, no pudieron entrar por espacio de tres horas, por falta de llaves; a las cuatro de la mañana se derrumbó la capilla y suelo de ella, reservando sólo la bóveda donde estaban las alhajas viejas. Y sin dejar nada de retablo ni capilla, excepto las paredes arruinadas.

Los religiosos de San Gil y otras comunidades acudieron a sacar alhajas; y como las pinturas del Salón Grande estaban embutidas en la pared, sólo pudieron arrancar algunas que estaban bajas, pues no había escalera. El fuego consumió luego la fachada de la Priora y pasó a la torre de la fachada de Palacio, y torre que cae al parque y plazuela; y en el tercer piso se hallaba el Archivo de papeles, derechos reales de las Indias, y Bulas pontificias y de toda la Corona y demás papeles de todas las materias del Estado, cuya importancia no se puede significar. Esta torre fue abrasada en poco tiempo, con grande asombro de todos los que vieron arrojar tanto fuego, y comunicó el incendio a la fachada principal de la plazuela.

Sábado, 25 de diciembre, primer día de Pascua, continuó el fuego en todo el Palacio, así por la fachada y salón dorado, sala ochavada, salón de Embajadores y sala de las Furias, como también por las espaldas, cuartos del Rey, Reina y corredores. A las cuatro y media de la tarde de dicho día era el viento de Poniente, tan recio, que servía de alimentar el fuego, pues todas sus llamas se encaminaban a buscar mayor aumento, guiando hacia el cuarto del Príncipe y su torre, que cae a la plazuela de Palacio y arco de San Gil, con el mayor vigor que se puede ponderar. Y aunque todos creyeron que fuerzas humanas no bastarían para cortar el fuego, y que pasase a la Casa del Tesoro, Biblioteca y Señoras de la Encarnación, se controlo el fuego, dejando libre la torre del Príncipe y aún siete balcones más.

Las comunidades y en especial la de San Gil, desde el primer instante, llevo a su convento alhajas, cofres, espejos y plata. Y es cierto que las puertas principales de Palacio, en más de tres horas no las quisieron abrir, por el temor del saco, de que se originó el perjuicio de que el fuego impidiese la libertad de muchas alhajas, que se hubieran librado con tiempo. Por la tarde se sacaron, por la calle del Tesoro, cinco galeras de a siete mulas de dinero de los Señores Infantes; y no fue necesario sacar el del Príncipe; las colgaduras del Rey y la Reina se salvaron todas. La noche del sábado se liberó enteramente el Guardajoyas de la Corona, la célebre Margarita y las joyas de la Reina. De las paredes de la covachuela del Estado se sacó mucha parte, el todo de la de Justicia y parte de la de Hacienda. Perdíose enteramente la de Marina, Indias y Guerra.

El domingo 26 de diciembre, segundo día de Pascua, se continuó de cortar y apagar el fuego, y en sacar pedazos de plata derretida de la Capilla, por los padres de San Gil, los que se depositaron en su convento.

Lunes 27, tercer día de Pascua, se continuó en cortar y apagar el fuego generalmente y en derribar algunas ruinas, para evitar las desgracias que podían ocasionar en los trabajadores, y los Padres de San Gil sacaron mucha plata, oro, bronce, plomo, candeleros rotos, fuentes, cálices, ángeles y adornos de sacristía.

Martes 28, día de los Inocentes, a las once, se ordenó sacar una reja debajo de la Capilla, por donde se sacase la ruina de dicha Capilla y Sacristía, y en donde estaba el Relicario, a fin de buscar las reliquias, custodias, metales y piedras preciosas.

Miércoles 29, continuaron en sacar las ruinas de la Capilla y Relicario, con la asistencia ya dicha. A las diez del día se sacó entero en una cajita, la preciosa reliquia del Lignum Crucis. Y en esta tarde hubo dos peones muy mal heridos, y fue necesario acudir a apagar el fuego, que volvía a acrecer en el interior de Palacio.

Jueves 30 de diciembre, se continuó en el derribo de paredes, que amenazaban total ruina contra los trabajadores, y en separar la tierra de la Capilla, en cuyo día se sacaron muchos huesos de santos, y con especialidad, uno de los innumerables mártires de Zaragoza, muchos diamantes y metales y pedazos de pórfido del retablo.

Viernes, 31 de diciembre, se continuó el derribo, en el cual se sacó mucha plata y diamantes, y sólo hubo un herido de muerte.

martes, 13 de noviembre de 2007

El mecanismo de Antiquitera




La Máquina de Antiquitera

En 1900 el buzo Elias Stadiatos recuperó el tesoro de una galera del año 80 a.C. frente a la isla de Antikitera. Entre las valiosas piezas se halló una inquietante máquina: la máquina de Antikitera. Era un mecanismo que reflejaba los movimientos del Sol y de la Luna, los de Venus y Marte, las horas del día y de la noche, fases lunares, el comienzo de las estaciones… hace 2.000 años no existía la tecnología para confeccionarlo y menos todavía para medir esos procesos astronómicos.

Se trataría del primer mecanismo de engranajes conocido, y habría sido diseñado para seguir el movimiento de los cuerpos celestes. De acuerdo a las reconstrucciones realizadas, se trataría de un mecanismo que usa engranajes diferenciales, lo cual es sorprendente dado que los primeros casos conocidos previamente son del siglo XVI y este artilugio data del 87 a.C. Por eso se suele considerar como un oopart (out of place artifact).

De acuerdo a los estudios iniciales llevados a cabo por Derek Price, historiador de la Universidad de Yale, el dispositivo era una computadora astronómica capaz de predecir las posiciones del Sol y de la Luna en el zodíaco, aunque estudios posteriores sugieren que el dispositivo era bastante más "inteligente".

Empleando técnicas de tomografía lineal, Michael Wright, especialista en ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, ha realizado un nuevo estudio del artefacto. Wright ha encontrado evidencias de que el mecanismo de Antiquitera era capaz de reproducir los movimientos del Sol y la Luna exactamente, empleando un modelo epicíclico ideado por Hiparco, y de planetas como Mercurio y Venus, empleando un modelo eclíptico derivado por Apolonio de Perga.

No obstante, se sospecha que parte del mecanismo podría haberse perdido, y que estos engranajes extras podrían haber modelado los movimientos de los otros tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno.

Es decir, el dispositivo podía haber sido capaz de predecir, con un grado más que fiable de certeza, las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Hijas de Felipe II

Isabel Clara Eugenia

Isabel Clara Eugenia nació el 12 de agosto de 1566 en Valsaín, Segovia, en Castilla – España. Fue la hija más querida de Felipe II de España, siendo la única a la que le estaba permitido ayudarle en su trabajo, revisando documentos y traduciendo del italiano al castellano documentos para su padre.

El 2 de agosto de 1589 falleció asesinado el rey Enrique III de Francia. Entonces Felipe II realiza toda una serie de gestiones políticas, reclamando la corona de Francia para su hija Isabel Clara Eugenia. Sin embargo Francia estaba regida por la Ley Sálica, e Isabel de Valois, su madre, había renunciado a sus derechos al trono con motivo de su matrimonio con Felipe II.

En 1598 Isabel Clara Eugenia fue nombrada soberana de los Países Bajos. Contrajo matrimonio con su primo hermano el Archiduque Alberto de Austria (nieto de Carlos I de España). Felipe II trató así de resolver el problema generado por la insurrección de los Países Bajos, mediante el establecimiento de una rama autóctona de los Habsburgo.

En 1621 falleció el Alberto de Austria y al no haber hijos sobrevivientes del matrimonio, los Países Bajos volvieron a la Corona Española. Isabel Clara Eugenia mantuvo el cargo de gobernadora y residió allí durante el resto de su vida, alternando éxitos, como el de Breda en 1625, con fracasos y reveses, como los de Bolduque (1629) y Mastrique (1632).

Felipe IV de España, sobrino de Isabel Clara Eugenia, la apoyó en gobernación de los Países Bajos hasta que ella falleció en el año de (1633).


Catalina Micaela de Austria

Segunda hija del rey Felipe II de España y su tercera esposa Isabel de Valois. Recibió tal nombre en honor a su abuela materna, Catalina de Médicis, y de San Miguel Arcángel, ya que nació en la octava dedicada a este santo.

Su infancia transcurrió bajo la atenta mirada de su padre y de su cuarta esposa, Ana de Austria, que se convirtió en una auténtica madre para la pequeña. Tras la muerte de ésta, en 1580, Felipe dedicará algo más de su escaso tiempo a sus hijas, permitiendo incluso que trabajaran con él en los asuntos de oficina.

El 18 de marzo de 1585 contraía Catalina matrimonio con Carlos Manuel I de Saboya, duque de Saboya, eligiendo Zaragoza como sede del enlace. Tras la boda y acompañados por Felipe, se trasladará la pareja a Barcelona donde embarcarán rumbo a los estados del duque en Italia. Nunca más volverá Catalina a ver a su familia, dando a su padre los únicos nietos de los que tendrá noticia por la continua correspondencia mantenida entre ambos, aunque nunca tendrá la oportunidad de conocerlos. Murió en 1597 a causa de un mal parto a la edad de treinta años.